1. Calentar la leche
Vierte la leche en una cacerola y caliéntala a fuego medio hasta alcanzar los 82 °C (180 °F), justo antes de hervir. Remueve de vez en cuando para evitar que se queme.
2. Enfriar la leche
Retira la cacerola del fuego y deja que la leche se enfríe hasta los 43 °C (110 °F). Para acelerar este proceso, puedes colocar la cacerola en un recipiente con agua fría.
3. Incorporar el yogur iniciador
En un bol pequeño, mezcla el yogur natural con unas cucharadas de leche ya enfriada hasta obtener una mezcla homogénea. Luego, agrégala al resto de la leche y remueve bien para integrarlo.
4. Fermentación
Vierte la mezcla en frascos de vidrio limpios y tápalos. Colócalos en un lugar cálido y sin corrientes de aire (como un horno apagado con la luz encendida o envueltos en una toalla) durante 6 a 12 horas. Cuanto más tiempo repose, más ácido y espeso será el yogur.
5. Refrigeración y disfrute
Una vez cuajado, refrigéralo durante al menos 4 horas antes de servir. Puedes disfrutarlo solo o añadir miel, frutas frescas, granola o frutos secos para un extra de sabor y textura.
Consejos para un yogur perfecto
Usa leche entera de buena calidad para lograr una textura más cremosa.
Asegúrate de que el yogur iniciador contenga cultivos vivos activos.
Para un yogur más espeso, cuélalo con una estopilla y elimina el exceso de suero.
Experimenta con sabores agregando extracto de vainilla, canela o purés de frutas.
Conclusión
El yogur casero es una opción nutritiva y deliciosa que aporta probioticos beneficiosos para la salud digestiva y el sistema inmunológico. Ya sea como desayuno, merienda o ingrediente para recetas, su preparación casera te garantiza un producto fresco, natural y sin conservantes. ¡Anímate a hacerlo en casa y disfruta de su inigualable sabor!