Precalentar el horno: Precalienta el horno a 160°C (320°F). Forra un molde desmontable de 18 cm (7 pulgadas) con papel de hornear y envuelve el exterior del molde con papel aluminio para evitar que el agua entre durante la cocción.
Preparar la mezcla:
En un bol grande, derrite el queso crema, la mantequilla y la leche a baño maría, removiendo hasta que la mezcla esté suave y bien combinada. Retira del fuego y deja enfriar ligeramente.
Tamiza la harina y la fécula de maíz en la mezcla y bate para combinar.
Añade las yemas de huevo, el extracto de vainilla y el jugo de limón (si lo usas) a la mezcla y remueve.
Batir las claras de huevo:
En otro bol limpio, bate las claras de huevo con el cremor tártaro hasta que estén espumosas.
Añade gradualmente el azúcar y sigue batiendo hasta que se formen picos suaves. Ten cuidado de no sobrebatir.
Combinar las mezclas:
Con movimientos suaves, incorpora las claras batidas a la mezcla de queso crema en tres partes, asegurándote de no desinflar la mezcla.
Hornear el cheesecake:
Vierte la mezcla en el molde preparado y coloca el molde en una bandeja más grande. Vierte agua caliente en la bandeja (aproximadamente hasta la mitad del molde desmontable) para crear un baño maría.
Hornea durante 55-65 minutos o hasta que la parte superior esté dorada y el centro se mueva ligeramente, pero esté firme.
Dejar enfriar:
Apaga el horno y deja el cheesecake dentro con la puerta del horno entreabierta durante 30 minutos para evitar cambios bruscos de temperatura que puedan provocar grietas.
Saca el cheesecake del baño maría y deja que se enfríe completamente a temperatura ambiente. Refrigéralo durante unas horas o toda la noche para obtener la mejor textura.
Servir:
Antes de servir, espolvorea con azúcar glas si lo deseas.
¡Disfruta de tu cheesecake esponjoso, ligero y cremoso!
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