Las jericallas son uno de los postres más tradicionales y emblemáticos de Guadalajara, Jalisco. Este delicioso manjar, que combina lo mejor de la leche, el huevo, el azúcar y la vainilla, es una muestra viva del mestizaje culinario que caracteriza a la cocina jalisciense. Su textura cremosa y su característica capa dorada lo hacen inconfundible y muy apreciado por locales y turistas.
Origen e historia
Aunque algunos creen que las jericallas tienen influencia española, específicamente del flan o la crema catalana, su creación es completamente tapatía. Se dice que fueron inventadas por monjas en un hospicio de Guadalajara durante el siglo XIX. La intención era crear un alimento nutritivo para los niños, combinando ingredientes básicos y accesibles. Con el tiempo, esta receta simple se transformó en un símbolo de identidad local.
Ingredientes y preparación
Los ingredientes de las jericallas son pocos pero fundamentales: leche, huevos, azúcar, canela y vainilla. A veces se agrega ralladura de limón o naranja para darles un toque cítrico. La mezcla se vierte en moldes individuales y se hornea al baño maría, hasta que en la superficie se forme una costra dorada, similar a la del flan pero con una textura más firme.
¿Qué las hace especiales?
La jericalla no es un flan ni una natilla, aunque se le parezca. Su sabor es más sutil, su textura más ligera, y la capa dorada superior le aporta un sabor ligeramente caramelizado muy particular. Es común encontrarlas en fondas, mercados, restaurantes típicos o incluso como postre casero en reuniones familiares.
Dónde probarlas
Si visitas Guadalajara, no puedes dejar de probar una jericalla auténtica. Algunos de los mejores lugares para disfrutar este postre son:
- El Mercado San Juan de Dios
- Restaurantes típicos en Tlaquepaque y Tonalá
- Las fondas tradicionales del Centro Histórico
- Puestos locales en las fiestas patronales o ferias regionales
Un tesoro dulce de Jalisco
Las jericallas representan más que un simple postre: son parte de la herencia culinaria de Jalisco y un orgullo para sus habitantes. Su sencillez, sabor y tradición las convierten en un dulce que sigue conquistando paladares generación tras generación.